jueves, 20 de octubre de 2011

Ayer

Al despertar en la mañana,
al buscar el aroma,
el dulzor de la naranja,
lo salado de tu piel.
He caido de bruces con esta
realidad vespertina,
no te encuentras en los pliegues
de mis sábanas,
no te contiene el aire de la habitación,
solo te has esfumado tras el sonido
del despertador.
El café no es el aroma de tus lágrimas,
ni el hueco de la almohada
ese fantasma de tu figura
sobre la pared.
Al despertar en la mañana
he vuelto a sentir, lo que sentí ayer.

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