martes, 4 de octubre de 2011

TODAVÍA


Todavía siento tu aliento en la mañana
junto al lóbulo de mi oreja;
y rasco verdades a las jambas de las
puertas entreabiertas.

Todavía crujen mis dedos al filo
de la medianoche y escupen
mentiras que se burlan
de esta pena mia.

Todavía el olor de la papaya
se deja sentir en las noches de verano,
mientras saxofones  melancólicos y
cadenas de corales se anidan
en mis sueños más banales.

Todavía el alba me sorprende
cantando melodías en voz baja,
pretendiendo la voz  que no me pertenece
y  prendiendo maleficios a los caminantes.

Todavía llego tarde
a aquellos sitios en los que tú has estado,
maldigo las agujas de los relojes
y descanso en la mañana
escribiendo en la noche.

Todavía me siguen comiendo los recuerdos
las mentiras por dentro,
escupo las verdades a cualquier instante
y creo en mitad de la noche,
que vuelves  a mi radiante.



BAJO UN MILLÓN DE SOMBRAS


Bajo un millón de sombras recuerdo los atardeceres en el pueblo, al final del verano, cuando todo se acaba, pero a ti no te importa porque apenas lo sabes.

La sombra de la sospecha, del verano que se va, la sombra de la incertidumbre, del no saber qué pasará, la sombra del miedo, de encontrarte con lo desconocido; la sombra del desengaño, cuando descubres, que si, que las cosas terminan, que acaban, igual que empezaron, nada es eterno.
Las sombras llegan tarde o temprano, ellas hacen actos de presencia. Y tu vida comienza a llenarse de ellas, cuando mayor eres, es peor; más y más sombras van apareciendo a tu alrededor.

Tratando de ser un buen adaptado social, como mandan los cánones , tu vida se llenará de sombras que te sorprenderán en cada esquina.
Y en medio de este paisaje herrumbroso, un momento de delirio; de felicidad inusitada hace acto de presencia. Las sombras se aletargan, se disipan en el horizonte, pero cuando este pasajero momento pase, volverán las sombras que te cobijan. Llegará un momento en que vivir en ellas, sea de lo más normal; ese día las incorporarás a tu vida, como unas buenas amigas, entonces, vivirás bajo un millón de sombras.

Un millón de sombras, que en algunos momentos no te dejarán ni respirar, algunos la llaman angustia, otro ansiedad, es una de las sombras más comunes que aparecen en las vidas de las personas, para algunos es tan común como el comer.
Hay médicos que tratan estas sombras, con medicamentos o sin ellos, deporte, homeopatía, todo es válido cuando queremos hacer frente a unas sombra.
Pero las sombras, como todas las sombras, tienen momentos en los que no las ves, pero están ahí. Difícilmente puedes luchar contra ellas, porque cuando bajas la guardia vuelven.

Ese millón de sombras bajo el que vivimos, es tan solo un reflejo de nuestra sociedad, de nuestras gentes, de nuestras familias, de nuestras vidas en general. Solo cuando eres niño crees disipar todas esas sombras, acaso ya estén ahí, pero quizás aún no las conozcas. A medida que vas recorriendo el camino de la vida, las sombras van apareciendo, o más bien, las vas percibiendo. Las vas haciendo tuyas, hasta que aprendes a combatirlas, o simplemente a vivir con ellas.

Despedida

                                 En medio de esta marabunta de gentes, mi cuerpo se hace pequeño y mi esperanza se evade entre avisos de salidas y llegadas. Mi mano busca tu pelo, tan solo trata de guardar un recuerdo, un poco de ADN que poder clonar cuando te hayas marchado y te eche de menos. Las manos se entrelazan entre adios y te quieros, y asi de fugaz, llega tu avión, te marchas ... y yo me quedo.