jueves, 12 de enero de 2012

Oda desesperada de olvido

Si no puedo tapar el Sol con un dedo,
ni borrar todos tus te quieros,
¡cómo pretender dar vuelta a esta historia¡
¿cómo si la mentira se funde con la memoria?

Si al caer he levantado más dañada,
y aún habiendo presenciado la ofensa
he vuelto a sentirme presa,
¿hasta cuando aguantaré en pie, si no me puedo sostener?

Ya no hay soles ni estrellas para dos enamorados,
la mano ténue de la sombra cae sobre el despechado,
ennegreciendo cada minuto, que opaco
escapa mísero y ruín en busca de un corazón destrozado.

Como pretender dar esquinazo al sentimiento certero,
¿cómo?, si aún gritando con esta lengua desnuda,
el viento me devuelve tus te quieros.
¿Cómo?
¿Cómo olvidar, si aun queriendo no puedo?

Cuando tú saludas...

                                
En medio de este murmullo de ciudad envejecida,
gentes ecuetres y noticias anodinas,
encuentro tu pequeña sonrisa,
como un bálsamo a los peores desatinos,
a la madrugada silenciosa,
a la herida abierta.
Saludas entre la gente y alzas tu mano,
allá en la multitud,
y el mundo cobra sentido.
Ya no duelen las madrugadas,
el teléfono vuelve a sonar, 
el horoscopo cobra sentido
y el corazón brinca como loco desposeído.
Las catástrofes naturales
se antojan lejanas en el tiempo,
el mar huele a salado
y siento que el despertador aún no ha sonado.
Avanzas entre la gente
y tu cara se ilumina,
me siento afortunada
con esta vida injusta,
la vida me sonríe a través de tus labios,
cobra sentido la parada del bus
y se alejan de mí los agravios.