Todavía siento tu aliento en la mañana
junto al lóbulo de mi oreja;
y rasco verdades a las jambas de las
puertas entreabiertas.
Todavía crujen mis dedos al filo
de la medianoche y escupen
mentiras que se burlan
de esta pena mia.
Todavía el olor de la papaya
se deja sentir en las noches de verano,
mientras saxofones melancólicos
y
cadenas de corales se anidan
en mis sueños más banales.
Todavía el alba me sorprende
cantando melodías en voz baja,
pretendiendo la voz que no me
pertenece
y prendiendo maleficios a los
caminantes.
Todavía llego tarde
a aquellos sitios en los que tú has estado,
maldigo las agujas de los relojes
y descanso en la mañana
escribiendo en la noche.
Todavía me siguen comiendo los recuerdos
las mentiras por dentro,
escupo las verdades a cualquier instante
y creo en mitad de la noche,
que vuelves a mi radiante.
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