Bajo un
millón de sombras recuerdo los atardeceres en el pueblo, al final del verano,
cuando todo se acaba, pero a ti no te importa porque apenas lo sabes.
La sombra de
la sospecha, del verano que se va, la sombra de la incertidumbre, del no saber
qué pasará, la sombra del miedo, de encontrarte con lo desconocido; la sombra
del desengaño, cuando descubres, que si, que las cosas terminan, que acaban,
igual que empezaron, nada es eterno.
Las sombras
llegan tarde o temprano, ellas hacen actos de presencia. Y tu vida comienza a
llenarse de ellas, cuando mayor eres, es peor; más y más sombras van
apareciendo a tu alrededor.
Tratando de
ser un buen adaptado social, como mandan los cánones , tu vida se llenará de
sombras que te sorprenderán en cada esquina.
Y en medio de
este paisaje herrumbroso, un momento de delirio; de felicidad inusitada hace
acto de presencia. Las sombras se aletargan, se disipan en el horizonte, pero
cuando este pasajero momento pase, volverán las sombras que te cobijan. Llegará
un momento en que vivir en ellas, sea de lo más normal; ese día las
incorporarás a tu vida, como unas buenas amigas, entonces, vivirás bajo un
millón de sombras.
Un millón de
sombras, que en algunos momentos no te dejarán ni respirar, algunos la llaman
angustia, otro ansiedad, es una de las sombras más comunes que aparecen en las
vidas de las personas, para algunos es tan común como el comer.
Hay médicos
que tratan estas sombras, con medicamentos o sin ellos, deporte, homeopatía,
todo es válido cuando queremos hacer frente a unas sombra.
Pero las
sombras, como todas las sombras, tienen momentos en los que no las ves, pero
están ahí. Difícilmente puedes luchar contra ellas, porque cuando bajas la
guardia vuelven.
Ese millón de
sombras bajo el que vivimos, es tan solo un reflejo de nuestra sociedad, de
nuestras gentes, de nuestras familias, de nuestras vidas en general. Solo
cuando eres niño crees disipar todas esas sombras, acaso ya estén ahí, pero
quizás aún no las conozcas. A medida que vas recorriendo el camino de la vida,
las sombras van apareciendo, o más bien, las vas percibiendo. Las vas haciendo
tuyas, hasta que aprendes a combatirlas, o simplemente a vivir con ellas.
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